domingo, 24 de mayo de 2009

El misterioso origen de la vida

“Para los que creen en Dios” –escribí en mi artículo anterior- “la vida es un misterio lleno de bondad y de belleza, que exige respeto, cuidado, contemplación, asombro y agradecimiento.” Y lo repito como introducción a lo que quiero escribir hoy.

Las ciencias que se ocupan de los seres vivos, avanzan cada día con nuevos y asombrosos conocimientos. De pronto, algunos consiguen algo inesperado y cantan victoria anticipadamente. Después, ya más serenos, reflexionan y los más sensatos y humildes de los científicos declaran que el origen de la vida sigue siendo un misterio. Incluso se agranda, se hace más insondable.

En 1953, dos científicos, Harold Urey y Stanley Miller, lograron, por primera vez en el mundo, sintetizar aminoácidos en unas condiciones que, según ellos, se asemejaban a los de una Tierra muy primitiva. Como los aminoácidos son unos componentes esenciales de los seres vivos, se creyó que ya se estaba cerca de entender como comenzó la vida e incluso, mÁs adelante, como fabricarla. En 1991, el mismo Millar decía: “el origen de la vida ha resultado más complicado de lo que yo y muchos otros suponíamos.” Otro famoso científico, Paul Davies, en su libro El quinto milagro (Edit. Crítica, Barcelona, 2000), declara: “Muchos científicos que trabajan en este campo creen en confianza que los problemas mayores de la biogénesis han sido básicamente resueltos. Varios libros recientes transmiten el mensaje confiado de que el origen de la vida no es, después de todo, tan misterioso. Sin embargo yo pienso que están equivocados. Tras haber pasado un año o dos investigando en este campo, ahora soy de la opinión de que sigue habiendo una enorme laguna en nuestro conocimiento.”

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